27 May Reducir la huella de carbono en tu vivienda
La huella de carbono es una de las formas más sencillas de medir el impacto o huella que una persona deja en el planeta en su día a día. Es un recuento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) liberadas a la atmósfera como resultado de nuestras actividades diarias o la comercialización de productos.
Al calcular tu huella de carbono, ya conoces el impacto y los niveles de contaminación que tienen tus actividades en el medio ambiente. Por supuesto, muchas de estas medidas ya las conoces, pero nunca está de más recordarlas y reforzar esos principios sostenibles que muchas veces dejamos de lado. ¡Te contamos todo lo que necesitas saber desde Gestión Común!
Consumo de energía: fundamental para reducir tu huella de carbono en tu hogar.
La ubicación, la orientación o el tamaño de tu vivienda son factores que afectan al nivel de emisiones de CO2 de tu vivienda. Cuanto más grande es el objetivo, peor es el objetivo, más recursos se gastan y mayor es el impacto negativo en el planeta. Tus materiales, el uso de energías renovables y las medidas pasivas también pueden aumentar o disminuir tu huella de carbono, porque “cada kilovatio de electricidad que gastamos emite 400 gramos de dióxido de carbono a la atmósfera”.
Por tanto, apuesta siempre por el aislamiento, una de las medidas estrella para reducir la huella de carbono de tu hogar, ya que evita las odiosas y carísimas pérdidas de energía: paredes, techos, suelos, ventanas…Con luz natural, las bombillas son siempre de bajo consumo en lo que a luz artificial se refiere, además de mayor vida útil y ahorro energético.
Opta por sistemas de aire acondicionado eficientes y, de nuevo, no olvides que el mal uso de estos sistemas puede ser devastador. Ten en cuenta que los cambios de temperatura (idealmente 26ºC en verano y 20ºC en invierno) son mucho menos sencillos de lo que parecen.
Elige siempre equipos eficientes ya que emiten mucho menos CO2 y cuestan mucho menos (siempre y cuando se usen correctamente). Y recuerda asegurarte de que estén por el camino de la etiqueta energética y fijarte bien en dónde están colocados. Olvídate del stand-by y ahorrarás hasta un 12% en tu factura. No dejes los cargadores enchufados cuando no los estés usando, ya que es un riesgo y un gasto de energía completamente innecesario.
Además, añade plantas a tu hogar: dan vida, frescura, color y consumen dióxido de carbono. El antídoto ideal para reducir tu huella.
Consumo del agua en tu vivienda:
Un bien tan preciado como el agua es crucial, por lo que reducir el consumo de agua a nivel doméstico es algo básico. Ducharse en lugar de bañarse, no dejar el grifo abierto al cepillarse los dientes, no dejar lavavajillas, lavadoras y demás electrodomésticos abiertos si no están llenos…Todas estas actividades nos ayudarán a reducir el consumo y, por tanto, nuestra huella de carbono.
La reutilización del agua, la integración de sistemas de recolección de agua de lluvia o la automatización del riego también son algunas de las cosas que puede hacer para mejorar la eficiencia del agua.
Residuos: controla así la huella de carbono.
Sin duda, los conceptos básicos aquí son claros: aplique las reglas de las tres R, es decir, reduce, recicla y reutiliza:
● Reutilizar: además del ahorro económico que ahorrarás, el impacto de producir un nuevo producto siempre es mucho mayor que el impacto de reutilizarlo:
● Reducir: Cantidad y costo de productos contaminados. Por ejemplo, intenta sustituirlos por otros materiales no biodegradables y reduce al máximo el uso de todos ellos.
● Reciclar: reciclar latas de aluminio puede ahorrar el 90% de la energía necesaria para producir latas nuevas.
Alimentación: aspectos a tener en cuenta.
El tipo de alimento y la cantidad de alimento pueden afectar las emisiones de dióxido de carbono. En este sentido, lo mejor es comer menos carne y más verdura y procurar comer alimentos frescos y de temporada. No olvides cocinar siempre de forma eficiente y saludable, además, por supuesto, reciclar después. Compra con la cabeza, déja al margen el “por si acaso” y limítate a comprar lo que realmente estás consumiendo.
Estos consejos no son solo para el medio ambiente, ¡sino también para tu propia salud!
Transporte:
Idealmente, caminar o andar en bicicleta son las formas de transporte más sostenibles. Pero si no puedes, tienes que intentar usar más el transporte público, sabemos que a veces nos vuelve locos, pero los beneficios de usarlo valen la pena. Además, los trenes son mejores que los aviones. De hecho, el avión es una de las mayores fuentes de aumento de la huella de carbono.
Si usas tu vehículo, úsalo con responsabilidad: si puedes compartirlo, conduce a altas velocidades y no excedas la velocidad, porque a mayor velocidad, más gasolina consumes y mayor es tu huella de carbono.